Ninguna despedida es repentina. Siempre, antes de que suceda, hay un aviso. Una señal, una advertencia, un presentimiento...
EL AVISO envuelve en incertidumbre al corazón, pero permite resignificar la propia vida. Celeste vivió EL AVISO de la próxima muerte de su abuela Amparo, como un reencuentro con la fe. Lo identificó con la iglesia de la Sagrada Familia en Barcelona, lugar donde se encontraba al enterarse de la noticia: “Un lugar sagrado y mágico, en el que la religión invitaba a conectarse. Y me conecté, sin duda fue una de las experiencias más importantes de mi vida, puesto que fue un momento parte aguas en mi reconexión espiritual”.
 
La obra se divide en una mitad de obscuridad y otra mitad de mucha luz para representar la polaridad de las emociones en esta vivencia. Hay dos elementos importantes: Charcos de agua que representan las emociones contenidas y un peluche, que significa a la niña interna vulnerable que despide a quien la cuidó.
 
Óleo sobre lienzo
115 x 85
2018